Movilización nacional – agosto 2014
13 y 14 en las regiones
15 en Asunción
Convocan: Partido
Paraguay Pyahura, Frente Guasu, Federación Nacional Campesina (FNC),
Coordinadora Nacional de Mujeres Trabajadoras y Rurales (CONAMURI), Kuña
Pyrenda, Corriente Sindical Clasista (CSC), 15 de Junio, Frente Recoleta, Frente
Patriótico Popular y la Organización de Trabajadores de la Educación (OTEP SN).
Como un seguimiento de las luchas encaradas durante la pasada huelga
general, cuya reivindicación principal fue la derogación de la Ley de Alianza
Público Privada (Ley APP), organizaciones políticas y sociales nos
movilizaremos a nivel nacional en agosto próximo, CONTRA LA PRIVATIZACIÓN Y LA
VIOLENCIA DEL ESTADO, POR TIERRA Y TRABAJO. Las movilizaciones serán el 13 y 14
en las regiones, con un acto central el 15 en Asunción. El objetivo es ir
fortaleciendo la fuerza de resistencia contra la política antinacional y
antipopular del Gobierno de Horacio Cartes.
CONTRA LA PRIVATIZACIÓN
El artículo 52 de la Ley APP (N° 5.102) habilita privatizar todo el patrimonio nacional, los servicios básicos brindados por empresas públicas como la Administración Nacional de Electricidad (ANDE), la Compañía Paraguaya de Telecomunicaciones (COPACO), la Empresa de Servicios Sanitarios del Paraguay (ESSAP), la Industria Nacional del Cemento (INC), Petropar, rutas nacionales, hidrovías, aeropuertos internacionales de nuestro país, entre otros.
El artículo 52 de la Ley APP (N° 5.102) habilita privatizar todo el patrimonio nacional, los servicios básicos brindados por empresas públicas como la Administración Nacional de Electricidad (ANDE), la Compañía Paraguaya de Telecomunicaciones (COPACO), la Empresa de Servicios Sanitarios del Paraguay (ESSAP), la Industria Nacional del Cemento (INC), Petropar, rutas nacionales, hidrovías, aeropuertos internacionales de nuestro país, entre otros.
Consideramos
que el Estado debe utilizar
las empresas públicas como palanca del desarrollo nacional. Este papel del
Estado es aún mucho más imperioso para nuestro país, tomando en cuenta la
inexistencia de un capital nacional con fuerza propia capaz de impulsar el desarrollo; por lo cual
necesariamente el Estado debe intervenir en la economía e invertir en sectores
estratégicos para impulsar la producción y de este modo el desarrollo nacional.
No defendemos el
Estado que tenemos: oligárquico, antipopular y antinacional, sectario y
discriminador, prebendario y corrupto, que propició la desnaturalización de la
función pública. Defendemos un Estado de nuevo tipo: un Estado nacional que
responda a los intereses de la mayoría, con mecanismos institucionales que
posibiliten el control de la sociedad, en sus acciones y toma de decisiones.
En la huelga
general del 26 de marzo pasado fueron protagonistas el campesinado pobre, obreros y obreras,
trabajadores y trabajadoras y el pueblo en general, quienes vieron resurgir en la lucha concreta una
esperanza, un porvenir, y se sienten confiados en la fuerza de sus
organizaciones para seguir luchando. Tenemos experiencia en la conquista
organizada de nuestras reivindicaciones: en el 2002 frenamos el proceso de
privatización a través de la derogación de la Ley 1.615. Por esto, es nuestra
obligación histórica materializar la derogación de la Ley de Privatización, mal
llamada APP, cuyo objetivo es enajenar todo el patrimonio nacional, entregando
todos los bienes del Estado y atentando contra la soberanía de nuestro país.
La grave situación de nuestros 300.000
compatriotas víctimas de las inundaciones es muy clara: el Gobierno
antinacional y antipopular aprovecha la desgracia de la gente para reutilizar
las tierras en donde estaban asentadas estas miles de familias y colocarlas al
servicio del capital transnacional. Es criminal e inhumana la actuación del
gobierno cartista al no atender con seriedad el problema de las inundaciones y
al contrario promover la partidización y la prebenda con migajas para generar
de vuelta conflictos entre las familias carenciadas. Esto es ejercicio de la
violencia para la privatización excluyente de las mayorías.
CONTRA LA VIOLENCIA DEL ESTADO
El Estado que hoy tenemos viola sistemáticamente los derechos humanos de la mayoría de la población paraguaya, negándonos el acceso a la tierra, a la salud, a una educación pública gratuita y de calidad, a un trabajo digno. Esta situación de gran exclusión y violación de los derechos humanos de la mayoría se mantiene en base a la represión, con particular saña contra el campesinado pobre y sectores organizados que luchan por transformar el Estado para orientarlo hacia la satisfacción de los intereses del conjunto de la sociedad democrática.
El Estado que hoy tenemos viola sistemáticamente los derechos humanos de la mayoría de la población paraguaya, negándonos el acceso a la tierra, a la salud, a una educación pública gratuita y de calidad, a un trabajo digno. Esta situación de gran exclusión y violación de los derechos humanos de la mayoría se mantiene en base a la represión, con particular saña contra el campesinado pobre y sectores organizados que luchan por transformar el Estado para orientarlo hacia la satisfacción de los intereses del conjunto de la sociedad democrática.
Las imputaciones y apresamientos al campesinado en lucha,
la persecución a la dirigencia sindical (últimamente de los gremios de
trabajadores de la educación), la modificación de la Ley de Defensa Nacional
(que posibilitó la militarización de amplias regiones del país, dando
facultades al Ejecutivo a decidir la incursión de las FFAA sin la participación
del Congreso Nacional) van consolidando una política fascista que utiliza cada
vez más a las fuerzas represivas (fiscalía, policía y sistema judicial) para criminalizar
a los sectores organizados que plantean la transformación del Estado para que
responda a los intereses de la mayoría.
Desde este
Estado oligárquico, racista y patriarcal se implementa además una violencia
sistemática contra las mujeres pobres, sobre todo contra las organizadas y en
lucha; y contra los sectores indígenas que históricamente luchan por tierra,
por territorios ancestrales y una vida digna. La impunidad de los latifundistas
y agroexportadores para contratar civiles armados que intervienen en conflictos
sociales sustituyendo a los organismos del Estado inclusive es una muestra del
sometimiento de las autoridades actuales a los poderes fácticos que operan en
el país.
POR TIERRA Y TRABAJO
El latifundio es la principal traba estructural para un modelo de desarrollo que beneficie a la mayoría de los paraguayos y paraguayas. La reforma agraria implica de la producción primaria ligada a la industria nacional, lo cual significa absorber la mano de obra desocupada, principalmente de los jóvenes existentes en nuestro país, que hoy son mayoría en nuestra población.
El latifundio es la principal traba estructural para un modelo de desarrollo que beneficie a la mayoría de los paraguayos y paraguayas. La reforma agraria implica de la producción primaria ligada a la industria nacional, lo cual significa absorber la mano de obra desocupada, principalmente de los jóvenes existentes en nuestro país, que hoy son mayoría en nuestra población.
El
latifundio está estrechamente ligado al modelo agroexportador, que genera
poquísimo empleo porque concentra la tierra y las riquezas, apuesta a la
exportación de materia prima sin pagar impuestos e impide el desarrollo de
industrias que generen puestos de trabajo y un desarrollo genuino del país. Hay
una gran cantidad de desocupados y desocupadas y quienes tienen algún empleo están
sometidos a una gran explotación sin ninguna protección de sus derechos por
parte del Estado. Al contrario, el Estado a través de sus políticas avala esta
explotación y avanza en su intención de
aplastar más y más a los trabajadores y trabajadoras, siguiendo lo expresado
por el presidente Horacio Cartes: “usen y abusen del Paraguay”.
El pueblo organizado quiere seguir
luchando contra todas estas injusticias, por lo cual invitamos a todos los
sectores democráticos de la sociedad a sumarse a los debates y movilizaciones regionales
y en Asunción. Porque la lucha es un
proceso de organización y acumulación de fuerzas, y la confrontación con estos
sectores retardatarios, antinacionales y anti populares seguirá creciendo. El
cambio sólo depende de la fuerza de nuestras organizaciones, que se construye y
fortalece con la profundización de la participación política directa de la
mayoría.
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