En el marco del 28 aniversario de la OTEP-SN publicamos la
siguiente entrevista, realizado a un compañero quien actualmente forma parte de la dirigencia de esta organización, quien de manera sencilla nos da un panorama de su inicio como docente, que sería el de cualquier otro trabajador de la educación en el Paraguay.
Mi nombre es Roberto Villalba
Insfrán, estoy por cumplir 34 años. Mi ingreso
a la organización, principalmente tiene mucho sentido a partir de lo que
fue como cualquier otro trabajador acá en el Paraguay que en busca de trabajo y
de mejores condiciones laborales; en ese sentido y principalmente en la lucha
de los ad-honorem fue uno de los procesos iniciales dentro de la OTEP-SN donde muchos
de los trabajadores de la educación ya no veíamos la posibilidad del acceso a
un puesto de trabajo o en este caso de cómo encontrar salario.
Enseñábamos ad-honorem un grupo de
compañeros que estábamos en el asentamiento Crescencio González. Nosotros tuvimos
la suerte, la posibilidad de tener a la Federación Nacional Campesina (FNC)
quienes nos fortalecían internamente como organización y que dirigía el
asentamiento y todas las cuestiones organizativas, por lo tanto enseñar
ad-honorem y todas las situaciones adversas que nos imposibilitaba como
trabajador se veía mucho más liviana por las condiciones mismas que
posibilitaba la organización como por ejemplo organizar la comunidad educativa,
discutir la situación de los docentes y principalmente desde ahí poder conectar
con la OTEP, que después en un proceso posibilitó en la lucha institucional con
el ministerio, organizarse con los compañeros ad-honorem, realizar trabajos de
autofinanciamiento y con ese proceso pudimos llegar – no solamente los que
estuvimos en el asentamiento – porque al inicio fue organizar a los compañeros
del asentamiento, también las escuelas que estaban al lado del asentamiento,
las colonias y posteriormente pudimos aglutinar a nivel departamental un grupo
importante de docentes ad-honorem que estaban en la misma situación.
En los inicios en que yo fui docente
ad-honorem y fui a Crescencio González estamos hablando del año 2.000 que fue
cuando los compañeros, luego de la ocupación y posterior conquista de la
tierra, comenzaron a instalarse, todavía bajo carpas. Al poco tiempo de la
ocupación ya estuve en el asentamiento. En ese entonces pudimos improvisar una
escuela bajo las carpas también para que los chicos no perdieran muchas clases,
también para que se incentivaran los compañeros de poder seguir y lograr
instalar una institución que tuviese un funcionamiento más legal. Esos fueron
en los años 2001, 2002 hasta que a final del 2002 conseguimos la mitad del
rubro. Todo ese proceso de dos años también fue una lucha para que la escuela del
asentamiento pudiera ser reconocido formalmente, llevamos las dos cosas, uno el
tema del reconocimiento de la institución, por otro lado el tema de los rubros
que era una necesidad de que los compañeros consiguieran ese recurso. Todo este
proceso fue un debate de las asambleas, en las asambleas generales, en la
asamblea de institución y ahí se resolvía muchas cuestiones como por ejemplo la
alimentación de los docentes. Esto se organizaba en comunidades donde los
maestros enseñaban y se turnaban, de casa en casa y después se distribuía por
día y por semanas. Ese es un proceso de llevó años y con ello se llevaba
también actividades tipo extras, como actividades de financiamiento,
festivales, torneos, etc. para poder financiar las luchas más nacionales y departamentales.
Todo dependía de la organización de la comunidad y el fortalecimiento de dicha
organización, en la federación que nos refugiábamos en dicho entorno.
Pero la situación era mucho más
difícil para los compañeros que vivían en las colonias, en los lugares más
antiguos como San Vicente o en otros lugares del departamento porque sostener
lo que era el trabajo ad-honorem recaía principalmente por la capacidad
individual económica de aquel docente incluso algunos que renunciaron a sus
trabajos por no llegar a tener su salario de parte del Estado. Para nosotros
era una condición más liviana porque había organización y debate, todo el
conjunto tomaba el problema de los docentes como un problema social, no como un
problema individual ni como una falta solamente de rubros, sino como un
problema de la educación y dependía de todo ese conjunto, entonces se debatía y
se resolvía.
Algo que finalmente me parece muy
importante mencionar es el tema de la actitud que tiene una organización hacia
un trabajador, algo que se ve muy poco en los últimos tiempos. Nosotros en el
tiempo de la lucha de los ad-honorem estábamos a nivel nacional alrededor de
5.600 en esa condición y que perdíamos la esperanza de acceder a un puesto de
trabajo y algo muy bueno que rescatar y es que no había luego otra organización
que empuñaba ese necesidad de los trabajadores y la OTEP estaba ahí sin
pedirnos afiliación a cambio, es más, totalmente lo contrario, invirtió
muchísimo en nosotros, en la presencia en el MEC, con la presencia de sus
dirigentes hablando físicamente, financieramente, con respaldo político en
todos los sentidos y eso es un aspecto demasiado bueno para valorar de lo que
tiene una organización de clase. Entonces eso también impulsa a una persona a
convencerse de querer afiliarse, de querer estar en las filas de esta
organización y no había otra forma que retribuirlo, por eso que apenas accedí a
un rubro lo que hice fue afiliarme porque dije que muchas personas como yo no
van a tener la posibilidad de tener de cerca una organización de clase. Y una
forma de retribuir era dar mi dedicación para los trabajadores de la educación
sean parte de esta organización.
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